Cuando nos referimos a la estrategia corporativa, hablamos, en términos generales, del objetivo que tiene la organización en relación con las expectativas de los accionistas y propietarios. Le corresponde la definición del modelo de negocio; en qué territorio se actuará, o cuáles serán los productos y/o servicios. Por muy bien trabajada que esté, si la conexión con la estrategia operativa no es la adecuada, gran parte de los esfuerzos habrán sido en vano.
Las razones de esta desconexión pueden ser muchas. Hay quienes dirán que es abajo donde no se saben adaptarse, mientras otros pensarán que son los de arriba quienes no saben hacer llegar la información, o marcan objetivos inalcanzables por desconocimiento de la realidad.
Hace unos días, mientras compraba, presencié una visita de esas que hasta los clientes mas neófitos saben distinguir como un «pase de revista». Aunque no oigas ni una sola palabra, por el lenguaje no verbal, puedes determinar quienes son los visitantes y quienes los visitados, incluso si todos lucen traje y corbata.
Todo el que ha trabajado en una tienda y se ha involucrado con la cifra, con el resultado, con los compañeros, con el equipo, sabrá que son momentos difíciles, porque sin saber como, por la pura presión, te ves justificando lo injustificable, porque sabes lo que cuesta y no entiendes esas actitudes que son propias de quien no estuvo nunca, o sencillamente, se olvidó que pensaba cuando estaba en la posición de visitado. A esto le llamo yo «el efecto traspa».
Yo empecé en la tienda reponiendo, etiquetando, limpiando, en fin, todas las funciones que bien conocemos. Siempre me preguntaba si llegaría el momento en que dejaría de «tirar de traspa» y pasaría al siguiente nivel . No sabía bien como debía ser el proceso, pero si sabía quién no lo hacía o lo había dejado. El caso es que durante un tiempo estuve preocupado, porque veía que aunque quisiera, no me podía permitir no realizar algunas de esas tareas, que yo pensaba, me apartaban de la «buena gestión».
Cuando conseguía liberarme algún día, estaba en la oficina, llamaba a proveedores, daba de alta productos, analizaba las ventas, trataba los problemas con clientes, literalmente, me olvidaba de la tienda. Casi siempre había alguien que me recordaba que la fiesta estaba en la tienda y me invitaba a no perder la perspectiva de donde realmente sucedía el negocio.
Cuando quién me lo decía daba ejemplo, saltaba como un resorte y casi no había acabado con la frase y ya estaba «abajo» corriendo de un lado para otro.
A medida que pasaron los años incorporé este modo de actuar en el día a día de mi trabajo, ya nadie tenía que recordarme lo que, sin duda, para mi era clave, si quería tomar las decisiones mas adecuadas. No es fácil, porque todos lo sabemos falta tiempo pero, cuanto mas directivo es el puesto y menos ejecutivo, mas importante es no perder de vista el terreno, los equipos, los clientes. Hay que vivir las circunstancias derivadas del negocio, aunque no siempre en primera persona, muy cerca, para hacer las correctas evaluaciones y tener puntos de vista lo mas enriquecidos posibles.
Aquella mañana que yo compraba, la visita se mostraba implacable y sus comentarios, a los oídos de alguien que conozca algo el terreno, eran desproporcionados, faltos de todo tacto imaginable. No era un ejercicio de motivación, de ánimo, era mas bien de infundir temor a alguien que ya, muy probablemente, a tenor de los números de desempleo, estuviera chupando y soplando, por mucho que todos sepamos que es un ejercicio infructuoso.
Todos, desde el puesto mas alto de la organización, deberíamos tener siempre alguien que nos recordase que tenemos que «bajar» al terreno de juego o como mínimo, tener la habilidad suficiente para, sin hacerlo, conocer lo que sucede.
«El efecto traspa» es cercanía, confianza, comprensión y sobre todo ejemplo. Todo ello unido al conocimiento y la profesionalidad, te da la posibilidad de ser riguroso y serio para que quién te escuche, te otorgue el derecho a exigir no solo por la posición que se ocupa en la empresa. La mas mínima variación en este efecto hace que se produzca una ruptura entre lo que se espera y lo que realmente sucede.
Es verdad que no es necesario haber ascendido al K2 para hacer una valoración de la dureza del reto, pero sólo si subes sabrás de verdad como de difícil puede ser.
Pienso que nunca se debe perder el contacto con el terreno. Es ahí, y en eso coincido, donde está gran parte de la información que un manager puede recibir para luego poder tomar las mejores decisiones. El punto de equilibrio está en no perder el contacto con la realidad del día a día y el poder separarte un poco para tener una visión más global del negocio. Eso sí, el que se haya convertido en «visitador» sin haber tirado de una traspa, debiera aprender a usarla aunque luego no llegue a hacerlo nunca.
Buenas Sergio, es un tema de actitudes, si respetas, te respetan. Un saludo